miércoles, 14 de abril de 2021

LA HISTORIA DEL NACIONALISMO: LIGA PATRIÓTICA ARGENTINA



Fundación: 5 de abril (se constituye la comisión directiva) 18 de abril (organización formal) de 1919

Disolución: Nunca se disolvió, pero en la práctica perdió poder después de sumarse a la Revolución del 30. Su principal objetivo ya estaba cumplido.

Líder destacado: doctor Manuel Carlés

Otros referentes: Almirante Manuel Domecq García (veterano de la guerra de la Guerra de la Triple Alianza), Pedro Christóphersen (diplomático y terrateniente).

Lema: “Patria y Orden”

Orientación: nacionalismo tradicional


Sus orígenes:

En el marco del Centenario de la Independencia y de la llegada de grandes corrientes migratorias, nace la Liga Patriótica Argentina. Se origina como una respuesta a la infiltración de elementos e ideologías subversivas, especialmente anarquistas y comunistas.

"Si hay extranjeros que abusando de la condescendencia social ultrajan el hogar de la patria, hay caballeros patriotas capaces de presentar su vida en holocausto contra la barbarie para salvar la civilización." Manuel Carlés


Jinetes liguistas. Se pueden observar sus brazaletes celestes y blancos.

La Liga nace al interior de la aristocracia porteña. Incorpora oficiales del Ejército y de la Armada, y tiene contactos con el Arzobispado. A pesar de su origen elitista, la Liga representa el primer nacionalismo o nacionalismo “de época”.


Una fuerza vigorosa al servicio de la nación:

En cuanto a organización y grupo de acción directa, representa un importante cuestionamiento al orden liberal. En tiempos de crisis el Estado liberal no tiene la fuerza necesaria para garantizar el orden y la prosperidad de la nación, y se vuelve necesaria una organización vigorosa al servicio de la patria. Ahí es cuando la Liga pasa a la acción.

"Cuando los huéspedes de la Nación amenazaron alterar la Constitución del Estado y difamar la fisonomía social de nuestro pueblo y perturbar el orden público, los argentinos formamos a la vez nuestra asociación para defender los intereses nacionales y la pureza de la moral argentina"


Liguistas custodiando un templo. Éstos solían ser atacados por los subversivos.


Defensa de la argentinidad:

Su principal objetivo era defender la llama de la argentinidad, que se veía amenazada por las ideologías foráneas que traían muchos inmigrantes. Hay que tener en cuenta que por esos años poco más de la mitad de los habitantes de Buenos Aires eran extranjeros (casi un 40% italianos).

Así lo expresa Manuel Carlés:

"Estimular, sobre todo, el sentimiento de argentinidad tendiendo a vigorizar la libre personalidad de la Nación, cooperando con las autoridades en el mantenimiento del orden público y en la defensa de los habitantes, garantizando la tranquilidad de los hogares, únicamente cuando movimientos de carácter anárquico perturben la paz de la República. Inspirar en el pueblo el amor por el ejército y la marina. Los miembros de la Liga se comprometen, bajo su fe y honor de argentinos, a cooperar por todos los medios a su alcance, e impedir:

1° La exposición pública de teorías subversivas contrarias al respeto debido a nuestra patria, a nuestra bandera y a nuestras instituciones.

2° Las conferencias publicas y en locales cerrados no permitidos sobre temas anarquistas y marxistas que entrañen un peligro para nuestra nacionalidad. Se obligan igualmente a usar de todos los medios lícitos para evitar que se usen en las manifestaciones públicas la bandera roja y todo símbolo que constituya un emblema hostil a nuestra fe, tradición y dignidad de argentinos".

Manuel Carlés diría sobre los miembros de la Liga:

"Contra los indiferentes, los anormales, los envidiosos y haraganes; contra los inmorales, los agitadores sin oficio y los energúmenos sin ideas. Contra toda esa runfla sin Dios, Patria, ni Ley, la Liga Patriótica Argentina levanta su lábaro de Patria y Orden... No pertenecen a la Liga los cobardes y los tristes" .


Jóvenes liguistas. El que porta el arma larga lleva además el brazalete distintivo.


¿Y en lo económico?

La Liga no solo representa el afianzamiento y defensa de la identidad nacional, sino también una profunda transformación política y económica. Mientras que conservadores y radicales buscan conservar el statu quo del modelo agroexportador, los liguistas buscan armonizar el trabajo y el capital en función del beneficio de la Argentina.

Es por esto que la LPA organizaba Congresos de Trabajadores, y propiciaba su incorporación a corporaciones que posibiliten su mejor representación, como se puede ver en este folleto.



Entre el 29 y el 31 de agosto de 1935, organiza el “Congreso Nacionalista de Economía Rural”, siendo los primeros en proponer la intervención estatal en la economía. Se propone la creación de la “Asociación Nacionalista de la Defensa Agropecuaria”, y la gremialización de los trabajadores rurales para la mejor defensa de sus intereses. En sí, la idea es agrupar la economía agropecuaria, con sus distintas partes, en una misma corporación.

Por otra parte, la Liga llevaba adelante una intensa obra caritativa. Por ejemplo, construía escuelas para niños y escuelas gratuitas para obreros. Además, organizaba ollas populares en los barrios más carenciados.


¿Qué pasaba en Europa?

En julio de 1923, la Liga propicia en el teatro Coliseo, junto al Círculo Tradición Argentina, las cuatro conferencias donde el brillante Leopoldo Lugones arroja las nueve bases:

"Italia acaba de enseñarnos, bajo la heroica reacción fascista encabezada por el admirable Mussolini, cuál debe ser el camino a seguir..."

A partir del 1922, muchos de los italianos que vivían en la Argentina pasaron a simpatizar con el régimen de Benito Mussolini, y desde ese lugar dieron su aporte al primer nacionalismo argentino.

Algo que hay que entender es que no es lo mismo la Liga de 1919 o 1920, que la de 1929 o 1930. A lo largo de esos diez años la organización se fue transformando, y muchas veces adquiriendo aportes ideológicos de los nacionalismos europeos que estaban en boga por esos años.


La hora de la espada...

Un año después, en diciembre de 1924, el mismo Lugones desde Lima, durante la conmemoración del centenario de la batalla de Ayacucho, proclama:

"Yo quiero arriesgar algo que cuesta mucho decir en estos tiempos de paradoja libertaria y de fracasada, bien que audaz, ideología: ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada".

Y así sería ya que, sólo seis años después, el 6 de septiembre de 1930, General José Félix Uriburu lleva a cabo su Revolución.


La Revolución del 6 de septiembre:

Por la tarde de ese mismo día, en la plaza del Congreso y entre las balas, el doctor Manuel Carlés, ya de avanzada edad, pronunció una memorable arenga patriótica que transcribimos:

Valientes defensores de la patria: El ilustre general Uriburu me ordenó dirigiros la palabra, rápida como tiro de fusil. Dentro de un instante, las salvas triunfales de los cañones, con su sonido de bronce, anunciarán al mundo el día de hoy, glorioso como la patria.

En este mismo momento, todo el pueblo de la República saluda al glorioso ejército a su paso sereno hacia la inmortalidad. Sois los hijos beneméritos de los héroes que hace un siglo nos legaron patria y gloria para que supiésemos conservar y enaltecer el honor argentino. Y así como los guerreros de las campañas heroicas conquistaron la libertad contra los tiranos de América, así vosotros vais a restituir al pueblo la libertad ultrajada por el despotismo.

Las almas de los próceres, desde el cielo de su gloria, se conmueven en esta hora solemne al contemplar vuestra bravura aplicada a redimir la patria que fué envilecida por los mercaderes políticos que corrompieron el gobierno de la Nación. Hace cuarenta años, en un día como el de hoy, nosotros entonces jóvenes, recibimos en la frente el beso de la patria agradecida, cuya caricia de madre nos acompañó siempre, pura y sin manchas. Acabáis también vosotros de ser bautizados por la gloria del heroísmo generoso. Vuestros nombres serán inscriptos con caracteres indelebles en el libro de la gratitud nacional. Cuando regreséis a vuestros hogares, decir a la madre santa: “Béseme, madre. Soy hijo digno de la patria que he defendido con desinterés y valor para que sea habitada por hombres libres, trabajadores y honrados”.

Señor general: jefes, oficiales, clases y soldados: Levantemos en alto los corazones hasta la presencia de Dios y con el entusiasmo del valor invencible gritemos tres veces. ¡Viva la Patria!

Doctor Manuel Carlés


El Dr. Carlés en uno de sus vibrantes discursos.

Anexo fotográfico:


Brazalete celeste y blanco con el escudo de la LPA.



Actas del Xº Congreso Nacionalista de 1929.

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