miércoles, 14 de abril de 2021

LA HISTORIA DEL NACIONALISMO: EL FIN DE LA REVOLUCIÓN, EL DÍA DE LA LEALTAD, Y EL PRIMER TRIUNFO DEL JUSTICIALISMO

El fin de la Revolución:

La Revolución del 43 estaba llegando a su fin, al igual que la Segunda Guerra Mundial. El III Reich se había rendido el 8 de mayo de 1945, y la guerra sólo continuaría en el Pacífico hasta el 2 de septiembre del mismo año.

En Yalta y en Postdam, los vencedores planificaban el reparto del mundo, y en él no había lugar para nacionalismos. Así es que van a bloquear a los países que habían permanecido neutrales o a favor del Eje, como la España del Caudillo Francisco Franco, o la Argentina de la Revolución. Al bloqueo internacional se le sumó el aislamiento, al dejarlos fuera de la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Sólo dos meses después de la capitulación alemana, en julio de 1945, el Presidente General Edelmiro Farrell desiste ante las presiones norteamericanas y entabla negociaciones para darle una salida a la crisis. Sin embargo, ésta no solo debía incluir el llamado a elecciones, sino también legalizar al Partido Comunista, clausurar a los periódicos nacionalistas como Clarinada o El Pampero, y apartar a los cuadros más nacionalistas del gobierno. La oposición democrática quiere que se entregue el poder a la Corte Suprema de Justicia, pero Farrell, en una última muestra de independencia, decide llamar a elecciones populares.


El 17 de octubre de 1945: Día de la Lealtad

El 8 de octubre de 1945, un enfrentamiento entre Juan Domingo Perón y el general Eduardo Ávalos, jefe de la poderosa guarnición de Campo de Mayo es dirimido mediante una votación de los oficiales superiores que decide exigir la renuncia de Perón, que en esos momentos ejercía simultáneamente los cargos de vicepresidente de la Nación, secretario de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión, por lo cual al día siguiente Perón renunció a todos sus cargos en el gobierno.

El 10 de octubre de 1945, el coronel Perón, «relevado de sus funciones», se despedía de sus compañeros desde el balcón de la Secretaría de Trabajo en la esquina de las calles Perú y Alsina (Actual Palacio Legislativo), y decía «Venceremos en un año o venceremos en diez, pero venceremos».

No alcanzaba dejarlo sin sus cargos y el gobierno lo detiene y lo traslada a la prisión de la isla Martín García, en la cañonera Independencia. El pueblo entraba en ebullición.

«Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de brea, de grasa, de aceite. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad.

Era el suburbio de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez en su tosca desnudez original.

Era el sustrato de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presentes, en su primordialidad, sin recatos y sin disimulos. Era el “de nadie” y el “sin nada”» (Raúl Scalabrini Ortiz).


La convocatoria al Paro General:

A todo esto, la CGT, avisada por el entonces Teniente Coronel Domingo Mercante, decide un paro, reclamando la libertad de Perón para el día 18 de octubre pero, de a poco, varones y mujeres fueron abandonando sus lugares de trabajo y dirigiéndose a la Plaza de Mayo a gritar su exigencia: querían que les devolvieran a Perón.

Eran inútiles los comunicados del Ministerio de Guerra que anunciaban que Perón no estaba detenido; una muchedumbre marchaba despacio, como podía, subidos a camiones, caminando, en bicicleta, ayudándose unos a otros, hermanados en un solo grito «Perón».

Cerca de medio millón de obreros exigían la inmediata liberación de Perón y la restitución de sus cargos. La ciudad de Buenos Aires fue tomada por decenas de miles de obreros, provenientes de las zonas industriales que venían creciendo en la periferia de la ciudad. Incapaces de disolver la protesta por medios pacíficos y no dispuestos a utilizar la fuerza militar para disolverla, al ver que los manifestantes no se retiraban por sí solos, Farrell y el nuevo Ministro de Guerra, Eduardo Ávalos, decidieron negociar. Ávalos accedió a entrevistarse con Perón en el Hospital Militar. Perón y Ávalos tuvieron una corta reunión en la que pactaron las condiciones: Perón hablaría a los manifestantes para tranquilizarlos, no haría referencia a su detención y obtendría que se retiraran y por otra parte el gabinete renunciaría en su totalidad y Ávalos solicitaría su retiro.

A las 23:10 Perón salió a un balcón de la Casa Rosada. Agradeció su presencia, recordó su labor en el gobierno, informó sobre su pedido de retiro, prometió continuar defendiendo los intereses de los trabajadores y, finalmente, pidió a los concurrentes que se desconcentraran en paz añadiendo que, por esta vez, les solicitaba que cumplieran el paro que habían prometido para el día siguiente. La manifestación se disolvió en ese momento, tal y como lo solicitó Perón. Este fue de este modo puesto en libertad, y pocos días después el gobierno militar estableció la fecha de las primeras elecciones generales libres en casi dos décadas: el 24 de febrero de 1946.

«Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria... Y recuerden trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos» (17 de octubre de 1945).






Elecciones del 24 de febrero de 1946:

Todo el mundo pensó que las elecciones estaban resueltas de antemano, que eran un mero trámite. El nacionalismo había sido vencido en Europa, y en eso se basó la campaña de la Unión Democrática y sus candidatos Tamborini y Mosca. Los EE. UU. no querían dejarlo librado al azar, y van a intervenir activamente a través de su embajador (la embajada norteamericana había sido reabierta en abril del 45), recientemente llegado a Buenos Aires, Spruille Braden. Sería conocido por su «Blue Book on Argentina» (escrito por un comunista español llamado Gustavo Durán) , en el que acusaba a la Argentina, y en particular a Perón, de fascistas.





Sin embargo el espíritu de la Revolución estaba vivo, y rápidamente se conformó un frente entre el Partido Laborista, de las organizaciones sindicales, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora de Hortensio Quijano, y el Partido Independiente, del general Juan Filomeno Velazco y del contraalmirante Teisaire.


Proclama de la fórmula presidencial Perón Quijano.



Afiches de la Alianza Libertadora Nacionalista llaman a vencer al comunismo apoyando a Perón.

El frente nominó a sus candidatos a Presidente y Vicepresidente de la República: Juan Domingo Perón, de por entonces 50 años y Hortensio Quijano, por el radicalismo. Los esfuerzos de la Unión Democrática y de los norteamericanos eran contraproducentes, porque a cada acusación se respondía con inteligencia. El «libro azul» de Braden, fue contestado con el libro «Azul y Blanco», y la dicotómica consigna de «BRADEN o PERÓN» pasó a empapelar las calles. No hace falta aclarar que los ánimos estaban encendidos, y la campaña electoral no estuvo exenta de heridos y muertos.




La suerte estaba echada, y pasó lo impensado. La formula Perón - Quijano resultó electa por el 52,84 % de los votos. Comienza a forjarse el Movimiento Nacional Justicialista. Y, como lo anunciara Perón tan solo cuatro meses antes, la Argentina finalmente venció.



Perón y Quijano.


Anexo fotográfico:





Propaganda de la Unión Democrática


Acto de la Unión Democrática:

«Contra el nazifascismo, sigamos su ejemplo».


Fuentes:

www.jdperon.gov.ar/2018/10/17-de-octubre-de-1945-dia-de-la-lealtad/

http://www.telam.com.ar/notas/201510/123685-17-de-octubre-peron-plaza-reunion-evita.html

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